Nunca te dije lo que pensaba.

To Vani

Nunca te dije lo que pensaba
de nuestro amor.
Nunca te hablé de mis preferencias.
Más ahora,
que han pasado tantos años,
sientáte y lee
y llora.

De la Terminal de La Habana, 
alguien que me espere
y si eres tú, mejor.
De los desayunos contigo,  
en Bahía Onda,
pues té con leche condensada,
galletas de sal y mahonesa nacional.
De las guaguas,
el ir apretado a tí
De la facultad de Ciencias Sociales.
los ficus centenarios
donde me esperabas cada día.
De la escalinata del Alma Mater,
los escalones que me llevan a tí.
Del Coopelia,
las cucharas de aluminio 
que se doblan con el helado de fresa.
De lugares para dormir,
contigo;
calle diez, número cincuenta y cinco.
De la Cabaña,
el cañonazo de las nueve.
De la Biblioteca Central,
las boletas de pedido;
pues un día me escribiste que me querías en ellas.
Del Morro,
el lugar por donde entraron los ingleses.
De las efemerides,
el día de San Genaro;
pues fue el día que nos tropezamos.
Del Cristo de Casablanca,
un lugar en la hierba bajo un árbol.
De La Habana Vieja,
el Jardín de Diana,
donde nos besamos como si el mundo se fuera acabar 
al siguiente amanecer.
De las fotos que atesoro;
esas donde estamos los dos juntos mirando el futuro
y sin esperanza alguna.
De tu oratoria,
por favor, quedáte!
Del Acuario Nacional,
los lobos marinos;
pues allí nos dimos cuenta que nada nos hace llorar
sino el amor.
Del Malecón,
el tramo entre las calles C y D,
pues fue en ese sitio donde te abrace despiadadamente
antes de decir: adiós!
De la Bella y la Bestia,
la Bestia;
pues creemos que amor lo cambia todo.
De los aguaceros,
los que nos empapan,
los que nos enfrian el alma.
De las incomodidades,
dormir sin tí en un avión rumpo a Europa
y teniendo de estatura ciento noventa y dos centímetros.
De los estudiantes de la Facultad de Filosofía,
tú, 
siempre tú.
De tí,
pues esa manera de inundarme de ternura
sin despegar los labios
y viviendo del otro lado del oceáno.

La Habana 1996.






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