Los días que fui árbol.

No siempre fuí el hombre que soy ahora,
he sido diferente,
tan diferente,
que a veces me miro en el espejo
y me pregunto quién es ese
que me  mira con curiosidad
del otro lado de la pared.
No siempre obtener logros
es lo mismo que cosechar frutos.
Los logros,
como los éxitos provienen del poder,
del estudio, de lo que la gente piense de mí.
Hubo un tiempo que tenía mucha imaginación
y creaba historias
y las dejaba donde los demás las puedieran ver
con la esperanza de que se apropiaran de ellas
que las las hicieran suyas.
Hubo un tiempo que caminaba entre el premio
y la notoriedad;
pero eso fueron los días que fuí árbol.
La cosecha de frutos es otra cosa,
está muy relacionada con el debilitamiento
y con la fragilidad.
Y es que cada fruto es singular,
como un bebé que viene al mundo
trás la desnudez de sus padres,
como la familia que sobrevive
a los fracasos personales de sus miembros.
O como la intimidad
que se hace más grande
a medida que te muestro mis heridas
y tú las tocas con vino y aceite.
Si, no siempre fuí el hombre
que ahora tienes delante.
No siempre supe diferenciar
los logros de llevar frutos.
Hubo un tiempo que fuí un árbol.





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