Zona habitable.

Me gusta saber que hay otros mundos habitables.
La noticia de ayer decia así: un equipo internacional de astrónomos, liderados por Guillem Anglada-Escudé de la Universidad de Göttingen en Alemania, aseguran que han logrado identificar un cierto tipo de estrella cuyas posibilidades de tener planetas habitables es significativamente mayor a lo que se creía con anterioridad. Asi que me fui a la cama lleno de ensoñaciones extraplanetarias y como todo ser humano con la tentación de acumular cosas, para el día del éxodo, musitandóme al oído.
Las personas que tememos a lo diferente y a lo nuevo escuchamos siempre esa voz interior que nos dice: es mejor que guardes algo de alimentos para una emergencia. Los que son como yo, ortodoxos y tradicionalistas, preferimos atesorar todo nuestro discernimiento para nosotros mismos y no compartirlo con nadie, no por un egoísmo puro y duro, sino simplemente por precaución. Por pragmatismo. Por lo que puede pasar.Y no sólo lo hacemos con los alimentos y el saber, sino que lo hacemos con el amor, con el cariño, con la alegría. Es nuestra manera de vivir en seguridad. En una zona habitable.
Los hombres y las mujeres que vivimos acumulando cosas lo hacemos bajo el signo de la escacez, pero no aparentamos nuestra filosofia de vida, casi espartana, Y es que por fuera somos muy barrocos. Lo disimulamos todo. Como buenos adultos que somos. Como los niños que dejamos de ser hace mucho tiempo.
Pero arrastramos un infortunio con nosotros. Es como si alguien nos hubiera maldecido. Y es que todo lo que guardamos en nuestros armarios y en nuestro corazón acaba por marchitarse y endurecerse. Como un pan olvidado en la oscuridad. Negro. Solo.



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