El problema de la elección.

A Sarah

En el pueblo nadie imaginaba que Bella elegiría a la Bestia, entre otros tantos candidatos. Y como nadie lo esperaba la sorpresa fue general. Adsoluta. Por un instante todas las bocas quedaron abiertas en señal de desconcierto. Y más de uno se preguntó ¿pero que tiene ese tipo?, sabiendo de antemano que no obtendría respuesta. 

Elegir es una acción diaria. Usual. Tan cotidiana como el pan. Siempre estamos eligiendo. Escogiendo. Optando. Seleccionando. Y es que cuando elegimos hacemos una diferencia. Decimos a los cuatro vientos cúal es nuestra preferencia. Quién nuestra prioridad. Y elegimos en todo tiempo. En todo lugar. 
Dos amigas han experimentado una perdida en sus vidas hace poco. Ninguna de las dos eligió la desgracia; pero la calamidad tocó a sus puertas. Y ellas le abrieron. Una eligió atesorar la adversidad con tristeza. Otra eligió el agradecimiento. Y es que la manera que tomamos decisiones determina nuestro estilo  de vida,  decreta el aquí y el ahora. Dice cómo es nuestro paso por la tierra. Habla de la vida que ofrecemos a nuestras familias y a nuestros amigos. Proclama nuestra herencia como seres humanos.
En realidad ejercemos poco dominio sobre las circunstancias de nuestra existencia. No podemos decir qué enfermedad, qué tristeza, qué dolor y qué muerte entrará en nuestra casa y cual no. Pero si podemos decidir la manera que participamos de la enfermedad, de la tristeza, del dolor y de la muerte. Y esta manera de hacer elecciones constituye una lección espiritual que nos convierte en personas con decoro o no.

La Bestia se sentó sobre la arena y abrió los brazos. Bella llegó hasta él y se sentó entre sus piernas. Dejó que su cabeza le rozara el pelo y asi, abrazados, mirarón como al atardecer llegaba a la playa sin que nadie lo pudiera impedir. Nadie. La Bestia la había elegido a ella. Bella lo había elegido a él. Y saben que el amor, como el verano, es corto.

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