La vida es corta

Su nombre latino es Mimosa púdica, pero en la niñez le llamaba Dormidera. Tiene hojas compuestas formadas por entre quince a veinticinco folíolos lineales y obtusos que recuerdan a un helecho. Las flores son pequeñas con un tono rosado malva. Puede alcanzar hasta un metro de altura. Suelen vivir hasta cinco años. Tienen una vida corta.
Lo que hace interesante a esta herbácea es que si la tocas o rozas los folíolos se contraen hasta el tallo como si se cerrasen. Mi profesora de botánica sistemática nos decía que era un mecanismo de defensa ante los depredadores, pues al contraerse sobre sí mismo adquiría el aspecto de una planta mustia o enferma. Pero a la vez le permite ahorrar agua durante las horas de más calor.
También yo, con los años y los viajes, he desarrollado mecanismos de defensa. Por ejemplo, practico eso que denominan repartir a partes iguales la culpa y la inocencia. Abogo por el mantenimiento de los castigos. Defiendo el derecho a emitir juicios. Y es que mi naturaleza humana lo demanda. Me siento cómodo cuando a mi alrededor hay alguna especie de ley por muy vulgar que sea. Me siento con las espaldas cubiertas cuando la sociedad se aprovecha del miedo y de la indignación para hacer justicia. Si, yo soy de esos de los que van a la cama después de tomar un Cola Cao caliente con tranquilidad, porque ha recitado el Credo que dice que todo el mundo ha de recibir su merecido.
Así somos los humanos. Pero sospecho que el Sr. Dios no es así. No tiene mis necesidades. No participa en nuestros juegos de tronos. Y sabe lo que vamos a merecernos con una minuciosidad que me torna insomne. El Sr. Dios propone que la compasión rompa los límites que la represalia demanda. Y por ello el Sr. Dios no es esclavo del tiempo. 
Nosotros si lo somos. Y nuestra vida es corta.

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