Admito que hay fotos de mi pasado

Admito que pertenezco a una familia cristiana rica, variopinta, multiforme, urbanita y de provincia a la misma vez. Una familia que se mueve entre el monte y la playa, entre la playa y el monte, y donde hasta la semana pasada expresar la simpatía por un modelo político no era motivo de rencillas o trato especial. Y es que vengo de una familia que nunca creyó en las murallas.
Admito que he usado el color naranja con toda intencionalidad y alevosía en el espacio público donde habito y que mi  salida del armario apolítico ya no está condicionado por el cuidado que he de mostrar por la gente que quiero y está aún en aquella isla al oeste del Mar de los Sargazos.
Admito que en los últimos días he recibido más diatribas políticas sobre Ciudadanos que los buenos días matinales que se ofrecen los amigos o vecinos. Si, también a mí me enviaron esa foto donde un jovencísimo Albert Rivera saluda con el brazo en alto. Una foto que dice más del que la ha enviado que del fotografiado.
Admito que si soy cristiano, entre otras cosas, es por la posibilidad que tenemos los hombres y las mujeres de cambiar nuestra manera de pensar, nuestra manera de vivir y ponernos al servicio de los demás, aunque sean samaritanos, aunque sean zelotes, aunque sean paganos. Y es que para mí las buenas noticias están referidas al presente y nunca contienen la obligatoriedad de mirar al pasado. Las buenas noticias del cristianismo que milito hablan de la gracia. Y esa gente que me invita constantemente a revisar en el pasado de cualquier ciudadano para buscar sus manchas y sus oscuridades no son mensajeros de la esperanza, sino del determinismo, de la ley, de la desesperación.
Admito, antes que se hagan públicas, que hay fotos de mi pasado donde también estoy con el brazo en alto y rodeado de banderas rojas y gritando a los cuatro vientos. : ¡Pionero por el comunismo! ¡Seremos como el Che! 
Admito que ya no quiero parecerme al ciudadano Ernesto Che Guevara. Pero si alguien ha sido golpeado en el camino estoy dispuesto a bajarme del burro, Dispuesto a curar sus heridas con vino y aceite. Dispuesto a llevarle entre los brazos.


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