Hay un atípico cubano viviendo dentro de mi

En el principio era Placetas...
Desde que los recuerdos
comenzarón a atesorarse, 
por allá, por la loma de la Valette,
hay un atípico cubano
viviendo dentro de mi.
Al comienzo me asusté,
pues cuando el resto de niños
pretendía ser peloteros,
yo ya me había leido
todo lo que de Salgari
se había traducido al castellano.
Pero uno acaba acostumbrándose a todo
sobre todo si naces en aquella isla
donde el enemigo estaba a noventa milla 
y los amigos 
a nueve mil quiniento cincuenta kilometros.
Cuando el desapego por los carnavales,
el desentendimiento por el baile, 
la frialdad por el ron, 
la indiferencia por el escándalo
y el alejamiento del café
llegarón para quedarse
entonces pude decir:
el infrecuente cubano
que habita en mi, te saluda.
Todo lo demás
vino después como un regalo del cielo
como una especie de maná
que me ayudó a cruzar el desierto:
la predilección por el té negro,
la música de Albinoni,
y la fe reformada
que había dejado en ser el opio del pueblo
para ser poesía.
Si,
hay un atípico cubano
viviendo dentro de mi,
¿y sabes una cosa? 
no lo voy a desahuciar.

 
 

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