Es tiempo de recoger piedras

Una reflexión sobre Eclesiastés 3: 1-5
El tiempo de la vida humana no es como el tiempo de los muebles, o de las joyas, o de los automóviles, u de otras cosas. Es un tiempo que fluye en una única dirección, como el agua del Ebro que corre al Mediterráneo, o las agujas del reloj, o los meses del año. Nuestra vida aquí en la tierra es también un tiempo para algo. Tiene una finalidad. 
¿Cómo es nuestro tiempo? ¿En qué empleamos nuestro tiempo? ¿Para qué se nos dan señales? Es tiempo de recoger piedras. Dice el texto de las Escrituras. Son días de apartar las piedras que hay en el camino. De almacenar las piedras que antes lanzábamos a los que no eran como nosotros. ¡Iglesia de Cristo ya no es tiempo de tirar piedras, ya has lanzado demasiadas! Ahora es el tiempo para la cercanía.
Sabemos que con los teléfonos móviles y el internet podemos conocer cosas de inmediato que han pasado en otros lugares remotos y que se han superado todas las distancias; pero ello no hace que estemos más cercanos. Crear cercanía es una tarea espiritual que no podemos delegar en ningún instrumento electrónico. Sólo los hombres y las mujeres lo pueden hacer. Por eso es a ellos a quien Jesús le cuenta la parábola del buen samaritano. Y es que los hombres y las mujeres, tú y yo siempre nos estamos preguntando: ¿Quién es mi prójimo?
Todo nuestro mundo está inundado de piedras. Algunas son pesadas, otras tienen filos, son piedras más propias para ser lanzadas contra otros. ¿De qué están hechas estas piedras? De muchas cosas, por ejemplo, de rencillas inútiles, de malentendidos nunca aclarados, de decepciones mutuas, de culpas no perdonadas. Hay muchas cosas en nuestra vida que pueden endurecerse y convertirse en piedras. En rocas de perjuicios. Y es el rencor el que nos hace arrojarlas. Hay un tiempo para dejar de lapidar a las personas. ¿Será el nuestro? Hay un tiempo para recoger piedras y limpiar el camino. Si las personas que no conocen a Jesús y quieren llegar a conocer el perdón están por estos caminos se encontraran con muchas piedras si no las quitamos del medio. Quizás recoger piedras sea una labor urgente para la iglesia. Para mi iglesia.
¿Acaso cuando Jesús se autoinvita a la casa de Zaqueo no se está invitando a la nuestra también? ¿Acaso alguien me puede decir una razón para que Jesús no quiera estar cerca de nosotros también? ¿Por qué hemos de tachar la palabra shalom de nuestro hablar cotidiano? ¿Por qué tenemos que recurriría una y otra vez al espíritu devenganza o de violencia verbal? ¿Dónde están los pacifistas de nuestra fe? De ellos, dijo Jesús que serían bienaventurados y serían llamados hijos de Dios

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