Estoy en una tierra de salvajes

A Rosy

A los diez años,
un domingo,
tía Rosy nos contó
que en la cima de la pirámide
había un misionero
que había viajado hasta una tierra de  salvajes
para dar buenas noticias.

Desde entonces ha caído
mucha lluvía.

Cuarenta años despúes
me miro en el espejo,
no sólo por coquetería,
y me veo en Aragón,
ese país de desiertos y montañas,
insistiendo en la gracia
sobre la Ley
y me sonrío a mí mismo,
sin maldad,
cuando nadie me ve.

Si,
estoy en la cima de la pirámide
y los salvajes me están cuidando.



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