A veces

A veces tengo que salir
de mi casa
y de mi fe
para ver el mundo.
Y no se trata de que mi casa
o mi fe me dejen ciegos.
No,
no se trata de eso.
El asunto no es tan fácil.
Más bien que preciso de la distancia,
de un billete de avión,
o de otro país
para poderme ver de manera holística,
para saber que mi casa no es un refugio
ni mi fe una fortaleza.
A veces tengo que hacer un viaje
de esos cortos y baratos
y es que mi casa
y mi fe están tan apegadas a mi cuerpo
como el coral al barco hundido
como el óxido a la escalera del jardín
como la oración de confesión al anuncio de la gracia.
Si
a veces tengo que salirme
y ver al mundo tal cual es
para poder habitar esta casa
y seguir viviendo esta fe.

Comentarios