Ahora puedo decir que he estado caminando
los últimos meses hacia el este
hacia donde sale el sol.
Que he estado buscando
una tierra que habitar
y a la cual he bautizado
como Deuteronomia.
Ahora puedo decir que voy armado
hasta los dientes
aunque he intentado guardar las apariencias
hacer el bien
y no rendir culto a más de un dios
en las comarcas que atravieso.
Ahora puedo decir que hay caminos
que sólo hacemos escoltados por la soledad
que transitamos cubriéndonos con las opiniones ajenas
y donde comemos recuerdos;
pero donde no he vivido mi vida
sino la de los otros.
Ahora puedo decir que les temo a los gigantes
a las incertidumbres
a los agoreros
al amor que me apunta y abre fuego
sin saber si me poseerá para siempre.
Ahora puedo decir que a veces tuve deseos
enormes deseos de quedarme en aquella isla
y es que el pasado es un lugar
donde siempre podemos escondernos.
Ahora puedo decir que atravesar el Ebro
me pone la carne de gallina.
Ahora puedo decir que el futuro es incierto
entre tantas bendiciones y maldiciones.
y que aún recuerdo
la primera oración
que musitó mi madre a mi oído:
Ten cuidado con los godos.
Ahora lo puedo decir
y lo digo.
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