Caro.
Ayer supe de noticia de la muerte del papá. También supe, en ese
instante, que necesitabas descansar y estar solo. Así que te he dejado
dormir y me he mantenido lo más lejos posible de ti.No te diré que te acompaño en el sentimiento, pues reconozco que
tu dolor es tuyo y de nadie más. Y aún no sé cuánto dolor hay cuando
alguien muere en aquella isla y nosotros estamos lejos de ella. No, no
lo sé. Pero no quiero imaginarlo.
Tampoco te diré todo pasa, porque
también sé que no todo pasa. De hecho nada pasa a nivel emocional sin
dejar huellas en nuestra piel o en nuestro espíritu. Hay emociones que
son como un tatuaje. Algún día te mostraré mis marcas.
Como no te diré nada, optaré por quedarme en silencio y cerca. Lo
suficientemente cerca como para que me veas y si tienes la boca seca
podrás pedir agua. Si, me quedaré en silencio. Pero el tener los labios
cerrados no me impide escribirte. Te escribo para que no te sientas
solo. Te escribo para no sentirme solo yo. Pero estar en silencio no me
impide albergar algunas sospechas. Puedo conjeturar, por ejemplo, que es
en ese instante cuando todos los recuerdo orales, olfativos y visuales
se agolpan por salir a la misma vez y sólo nos queda respirar hondo.
Puedo sospechar que nos gusta estar cerca de la familia y de quienes
amamos cuando se trata de una despedida. Pero, Miguel, esta vez no podrá
ser. Y no has de darte permiso para sentirte culpable. Ya sabes lo que
creo del sentimiento de culpa: nos deshumaniza.
Un día hablamos que la vida del emigrante es ardua y ahora sabemos uno de los motivos. Ahora estamos aquí y ellos, la
familia, están allá. Esto no lo podemos cambiar. Hay cosas en nuestra
vida que nunca podremos cambiar. Otras si. No te diré que el tiempo todo lo cura. Porque esa es una mentira
que aprendimos hace mucho tiempo, cuando éramos niños. Y es una mentira consoladora. El tiempo si hace
algo es invitarnos a vivir la mitad de la vida soñando con la felicidad y
la otra mitad añorándola. No te diré que no exteriorices el duelo. Y es que los duelos han de formar parte de nuestra vida como los catarros y las fiestas.
Quizás en los próximos días podremos recordar al papá sin que la pena te
inunde. Quizás podamos hablar de él con gratitud. Yo estoy aprendiendo a
recordar a las personas con gratitud. Estoy aprendiendo a no esperar
grandes hechos de ellas. Estoy aprendiendo a decirles: gracias! Estoy
aprendiendo a seguir amándoles aunque ya no estén. Estoy aprendiendo a
serles fiel aunque no sé cuando las volveré a encontrar. Pero es que el
amor no cree ni en el tiempo ni en la geografía.
Te abrazo.
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