Se escriben cartas de amor y de despedida

Algunas personas nacen con el don del habla. Y pueden entusiasmar, animar y hasta enamorar a los demás con la simple pronunciación de palabras ordenadas adecuadamente. Pero no es mi caso. Yo no recibí ese don. La timidez siempre me ha tomado por asalto y yo acabo enmudeciendo. Ya sea frente a un amor  de verano como delante del Apocalipsis de San Juan. 

Asi que como no podía entusiasmar, animar o enamorar a nadie me dí a la tarea de escribir para conseguir estas cosas. A los doce años supe que podía escribir palabras e ideas que fueran entendibles por los demás y describir emociones o lugares donde nunca había estado con relativa facilidad.  A los doce años comencé a escribir cartas por encargo de mis compañeros de clases donde ellos declaraban sus sentimientos o donde se despedían afectuosamente para siempre. La primera carta que escribi, aun la recuerdo, era destinada a L.... y firmada por A...... y donde él le decía que estaba enamorado de ella desde el primer día que la vió en el patio de la Perlacia. A..... nunca supo que en aquella carta había mucho de mi, quizás demasiado, por la simple razón de que también yo quería tocar la mano de L.... y sentarme junto a ella en el parque de Placetas.

Cuando regresé de la universidad el don estaba desatado. Suelto y sin vacunar, como decía mi hermana. Ya no sólo le escribía cartas a los amigos del colegio, sino a mi familia, a los vecinos, a los desconocidos y alguna que otra vez venía gente de los pueblos de alrededores para que yo les escribiera una carta. Eran cartas que viajaban a La Habana, a Mayami, a Angola, a Moscú, a Las Palmas de Gran Canaria. Cartas dirijidas a una amante, a un hijo, a una hermana, a un esposo, a un funcionario público, a un tio lejano, a un novio que hacia el Servicio Militar. Asi que puse un cartel en la puerta de casa donde se anunciaba a los cuatro vientos: Se escriben cartas de amor y de despedida para que los interesados no estuvieran molestando a los vecinos preguntando: ¿Es aqui donde vive el muchacho que escribe cartas? Esto fue mucho antes de que mis amigos comenzarán a irse el balsa para la Florida, mucho antes de que comenzaran a vender pizzas los particulares en la Carretera Central, mucho antes que se pudieran usar los doláres en aquella isla. Fue hace mucho tiempo.

Ahora ya no escribo para otros. Ahora escribo para mi. Sólo para mi. Escribo porque necesito crear un clima nuevo. Un clima donde se pueda respirar sin mucho esfuerzo y es que el clima que soportaron mis padres era asfixiante. Pero también escribo para recordar sin la necesidad de estar mirando constantemente hacia atrás. Escribo porque no quiero ser una estatua de sal. Escribo para ser un hombre agradecido. Y es que no me inmagino la vida sin la gratitud. Escribo para quitarle todo artificio a mi alma y verla desnuda. Como hace el Sr. Dios. Escribo para confesar que he amado y que alguna vez me han roto el corazón junto a la escalinata de la Universidad de La Habana. Sigo escribiendo para ver si alguien me encuentra tirado en una cuneta y tiene misericordia de mi y me ofrece vino y aceite. Si, escribo para poder volver a casa. 

Ahora mismo estoy escribiendo una carta. Pero tú, nunca sabrás si es una carta de amor o de despedida.


Comentarios