Cuando perdonamos el mundo no cambia

Cuando perdonamos el mundo cambia. Esto me lo anunciaron en la Escuela Dominical como si fuera una buena noticia. Y es que yo fuí de los niños que asistió a una Escuela Dominical en un país que no se cansaba  de predicar que la religión era el opio de los pueblos. Pero con el tiempo crecí, por dentro y por fuera, y comprobé que no todo lo que me dijeron en la iglesia era real. O no me servía para vivir en el mundo que existía fuera de las cuatro paredes de la iglesia. Lo de que David mató a Goliat si me lo sigo creyendo después de tantos años. Necesito tener esperanza en que no siempre el pez grande se come al pequeño. Necesito tener confianza en que las comunidades pequeñas también tienen futuro. Necesito aferrarme a la idea de que la fe puede ser sencilla.

Hay algunas cosas que los dinosaurios de mi rebaño no saben o no quieren saber. A veces me asaltan las dudas. Una de ellas son una correcta catequesis sobre el perdón. La mayoría vienen de un trasfondo religioso y cultural católico romano. Y sabemos que la costumbre suele ser más fuerte que el amor. Asi que hay que hablar sobre el perdón, con el permiso de los escribas que enfatizan en los sacrificios, y cambiar algunas ideas que sobre él tenemos. A veces la única manera de cambiar nuestro modo de vivir es cambiar nuestra manera de pensar.

He preparado un programa de aprendizaje. De relecturas. De hacer memoria. Es asequible. Y lo comunicaré poco a poco. Como si fuera el mar rompiendo contra las rocas. Como si fuera una medicación dosificada. Y es que no quiero que se llenen de temores. Evitaré que se asusten. No hay nada tan peligroso como un ser humano lleno de espanto. No hay nada tan arriesgado como una comunidad en estampida.

Tiene tres piezas.Y estas tres porciones las he preparado con formato de  homilías en power point para los próximos domingos. Tengo una deuda de gratitud con el inventor del power point. Y es que una imagen dice más que mil palabras. Las imagenes que usaré son: a) Dios es una mujer, b) Jesús usa camisas de leñador y c) Al Espíritu Santo le gustan la botánica.

He de confesar que las ideas las he tomado prestadas de Willian Paul Young en su libro La cabaña. Si, ya sé que alguno dirá que la Alianza Evangélica Española censuró su libro, pero después de salir de aquella isla me propuse, como medida de sanidad espiritual e intelectual, evitar cualquier manifestación de tribunal inquisitorial. Y cuando digo cualquiera es cualquiera, aunque se utilicen palabras tan cálidas como alianza y evangélica, en su denominación. Y es que ahora me doy permiso para examinarlo todo y retener lo bueno.

Como todo es un proyecto hasta este momento no puedo vaticinar los resultados. No soy un agorero. Pero estoy inundado de fe. Ya les diré como van la cosa en los próximos domingos. Tendrán noticias. Pero algo si tengo claro: cuando perdonamos el mundo no cambia. Los que cambiamos somos nosotros.

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