Todo depende del color del cristal con que se mire.


Siempre que tengo una duda acudo al diccionario. Y es que soy uno de esos individuos que nació sin internet. Busco la definición de golpe de Estado. Y dice: un golpe de Estado es la toma del poder político de un modo repentino y violento, por parte de un grupo de poder, vulnerando las normas legales de sucesión en el poder vigente. Respiro ondo y trago saliva.
 
Los analistas políticos que hablan en la televisión me dicen que hay golpes de Estado malos o buenos, según quienes sean los protagonistas que lo propicien. Y ponen algunos ejemplos. El dirigido por Augusto Pinoche el 11 de septiembre de 1973 contra el presidente electo Salvador Allende fue malo para las fuerzas progresistas populares, pero a la vez fue bueno para las fuerzas reaccionarias apoyadas por los Estados Unidos. Otro ejemplo es el que se realizó el 4 de febrero de 1992 contra el presidente constitucional de Venezuela Carlos Andrés Peréz por parte de un grupo de comandantes entre los que se encontraba Hugo Sanchéz, este resultó que era bueno para la izquierda latinoamericana, pero era malo para la derecha de la región.
 
Sin embargo el origen de un golpe de Estado casi siempre tiene su justificación en las crisis económicas, en el desorden institucional, en el abuso de poder, o en la corrupción de la clase política. En los últimos diez años han ocurrido golpes de Estado en Níger, Islas Camoras, Guinea Bissau, Pakistán, Ecuador, Islas Salomón, Venezuela, Republica Centroafricana, Nepal, Mauritania, Tailandia, Fiyi, Mauritania y Madagascar, que yo recuerde.
 
Ahora viene lo bueno. Alguien lleno de buenas intenciones y que no ha vivido ni en Venezuela ni en aquella isla y dispuesto a aclarar mis oscuridades políticas, porque no hay nada tan incómodo como un isleño ignorante que se da permiso para escibir sus opiniones de manera pública, me ha enviado un condensado video donde el ciudadano Monedero, fundador de Podemos, en su programa de televisión unipersonal hace un escueto estudio de lo que ocurre es Venezuela y donde aclara sin pelos en la lengua que se trata nada más y nada menos que de un golpe de Estado malo porque entre otras cosas está auspiciado por las fuerzas reaccionarias de la derecha de América Latina y del eternamente malvado gobierno de los Estados Unidos. ¿Qué quieres que responda a esto? Pues me parece bien que cada ciudadano tenga una opinión y nadie le lapide por hacerle público. Pero el mismo derecho que tienen Monedero lo tengo yo. 
 
En el análisis político romper con la historia, ser reduccionista o mostrar un infantilismo político viene a ser como esa máxima cristiana de mirar la paja en el ojo ajeno y no darse cuenta que llevamos una viga en el nuestro. Ese Jesús es muy peligroso. Si seguimos las noticias veremos que hay golpes de Estado que han de salir en la prensa y hay otros que no merecen salir. Existen los que han de ser comentados y los que no merecen ningún comentario. Pero en todos hay algo en común: los hombres y las mujeres perecen.
 
Ya lo decía mi abuela canaria, emigrante, feminista y ecuménica ella, y que sobrevivó los últimos años de su vida en aquella isla grande, que está en el Mar de las Antillas, gracias a la ayuda en dólares y euros que recibía:  todo depende del cristal con que se mire. Sin duda el cristal con que el ciudadano Monedero mira mi mundo es opaco.
 
 

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