Los pasteles de la suerte del Consulado español en La Habana










El consulado de España en La Habana está situado en calle Zulueta, con el número 2, esquina de la calle Cárcel. Muy cerca de la entrada al túnel que atraviesa la bahía. Es la única sede diplomática que está ubicada en la Habana Vieja. El edificio diseñado por los arquitectos José Mato Sequeiro y Francisco Ramirez Ocando fué inaugurado en 1912. Recibió el nombre de Palacio de Velasco-Sarra y desde sus ventanales se pueden ver el Faro del Morro, las muralas de la Fortaleza de la Cabana, uno de los extremos del malecón y un pedazo de mar azul entrando a La Habana

Pocas personas sabenque la familia Sarra, antiguos dueños del edificio, eran de origen catalán. Y que durante la segunda mitad del siglo XIX hicieron fortuna en Cuba gracias a los negocios con farmacias y droguerias. A principios del siglo XX quisieron edificar una casa familiar distinta arquitectónicamente a los edificios de las cercanias. Y optaron por el estilo art nouveau. La burguesía cubana siempre sintió predilección por todo lo que venía de Europa.

Es una edificación de tres alturas y un sótano para el servicio. El edificio está coronado por una torre mirador. Pero por dentro es una típica casa española. Con un patio central rodeado de amplias galerias. A lo que hay que añadir un importante patrimonio de maderas preciosas,  mármoles de Carrara, trabajos de herrería y suelos de mosaico. El 6 de enero de 1984 el edificio pasó a propiedad del Reino de España y se convirtió en la sede de la Embaja y Consulado de España en la isla.

Lo anterior es historia. Ahora viene lo real maravilloso. Todo el que necesita hacer un trámite consular está obligado a pasar por allí. En aquella isla toda gestión, tramitación, procedimiento, expediente, formalidad y papeleo requiere espera y el transcurso del tiempo. De mucho tiempo. Pero sobre todo de mucha fe. En Cuba no se puede vivir sin fe. Existe la creencia de que este fenómeno de la espera infinita tiene que ver con la existencia de uno de los paralelos que surcan el planeta y que aquí se denomina Trópico de Cáncer. 

Como la mayoría de las personas que esperan su turno para entrar al consulado general en tierra cubana están desde muy temprano en los alrededores los comerciantes y vendedores de comidas lo saben. Saben que cuando el hambre aprieta la gente es capaz de comerse cualquier cosa. Asi que se acercan y proclaman a los cuatro vientos sus mercancias. Frente al consulado español hay un puesto de comida rápida. Es algo muy improvisado. Muy caótico. Muy tropical. Donde predomina lo dulce sobre lo salado.

Un amigo me acaba de enviar un mensaje este mediodía. Estaba desde temprano en el Consulado esperando la respuesta a su solicitud de visado para viajar a la península. Aquí vive su único hijo. Tenía hambre y escuchó los gritos del hombre: ¡Si come de mi pastel, la visa para España le está al caer! Asi que compró uno de aquellos pastelillos reyenos de mermelada de guayaba. Cuando entró al edificio el funcionario que le atendió por el ventanillo le saludó y le deseo buen viaje a España. Le habían otorgado un visado por un año de duración. Salió contento. Tremendamente contento. Para la mayoría de los cubanos que viven en aquella isla tener un visado en el pasaporte es como encontrarse con el Sr. Dios en el Sinaí en forma de zarza ardiente. Es el inicio de una aventura.

Ahora en Zaragoza hace sol. Es miércoles santo. La calle esta tranquila. Y me preguto mientras miro por la ventana: ¿Alguién venderá pasteles rellenos de mermelada de guayaba por aqui cerca?


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