Un fruto de la soledad


                                                                                             Mientras pasan los días descubro que hay una especie de relación muy vínculante entre la esperanza y la soledad. Y que no toda soledad es desesperante.
Se nos ha enseñado a ser optimistas siempre. Pero ser optimistas nos empuja a ver la vida como si todas las cosas se fueran a arreglar pronto. Y en la vida real las cosas la mayoría de las veces no son así. Necesitan tiempo. A veces, mucho tiempo.
Cuando pasas algunos días en soledad entonces la sensación es otra. Comienzas a ver y a valorar otras señales que aunque siempre han estado ahí, eran invisibles. Con la esperanza me ha pasado así. La esperanza es la que me ha dado permiso para no tener que estar prediciendo el futuro constantemente. Y a la vez nos permite vivir este día de hoy con la certeza de que el Sr. Dios nos sostiene. De que escucha lo que musitamos en nuestro corazón aún cuando nadie nos está escuchando.
Es desde este lugar, la soledad, y no otro, que la esperanza brota como fruto. Ya no tengo que estar ansioso pensando en lo que ha de suceder en los próximos días, en qué riesgos tendré que asumir, a qué valles he de dirigirme. A qué desierto he de enfrentarme.
Ahora estoy aquí y puedo poner todas mis fuerzas, todo mi corazón y toda mi alma en mirar con atención este momento de tranquilidad, porque el silencio no sólo se ha adueñado de las calles, sino que ha entrado a mi casa para esparcirse por ella como un perfume. Como cuando ponemos fotos en un jarrón y el olor lo inunda todo.
Si, habrá momentos que estemos tentados a recordar los días pasados, cuando creíamos que éramos felices, esos días en que podíamos salir a la calle y dejar que el viento nos azotara. Pero hemos crecido, ya no somos niños, ya no somos como esos que viven de añoranzas. También en el pasado teníamos días de preocupaciones e infelicidad, pero se nos han olvidado por las angustias del presente.
Cuando de nuestras soledades brota la esperanza entonces estoy en condiciones de decir que este día pertenece al Sr. Dios. Y que el día de mañana también. Y es entonces cuando puedo cantar ese cántico que dice: Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro….
Si, vienen días en que podremos cantar en medio de la soledad. En medio del dolor. Vienen días donde podremos cantar con esperanza. Aun en medio del desierto.


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