Camino para ser consolado


 a Gema
A la mañana siguiente de la muerte de mi madre, después de tomar un desayuno muy ligero, mi padre, mi hermana y yo conversamos un rato. Cada uno lloró como pudo pues nada es tan personal como un duelo. Luego, salí a caminar hacia las afueras del pueblo. Dejé la Estación del tren a un lado y caminé hacia la Loma de la Valet.  Por el mismo camino que meses antes había paseado con mi madre. Mientras caminaba sospechaba que el consuelo no llegaría pronto. Así que le pedí al Sr. Dios que se hiciera presente y que me consolara. Pero esto último tardó en el tiempo.
Como individuos, siempre tratamos de hacer lo correcto. Pero todo intento no es garantía del éxito. Tal es el caso de consolar a las personas que han sufrido una pérdida. En esas situaciones, una de las peores cosas que se pueden hacer es recurrir a expresiones que no sólo han sido repetidas muchas veces, si no que además están completamente fuera de lugar. Que proclaman a los cuatro vientos que el dolor que otros experimentan no es válido.
Una frase recurrente que se dice muchas veces, incluso entre los no creyentes es: ahora está en un mejor lugar. ¿Cómo puede saber alguien tal cosa? Esta declaración no es de ayuda para nadie. Para nadie. Lo único que sé sabe a ciencia cierta es que tras la pérdida llega una ausencia. Y que el mejor lugar para nosotros los humanos es aquí y ahora donde transcurre nuestra vida.
Otro enunciado que suelo escuchar es  que el Sr. Dios necesitaba tenerlo a su lado, en referencia a la persona que ha muerto. ¿Qué significa esto en verdad? ¿Qué nuestra familia no necesitaba tener cerca de la mamá? De nuevo me pregunto ¿Cómo alguien puede tener la certeza de tal cosa? Además, hace quedar al Sr. Dios como un ser completamente egoísta, que causa lágrimas en este mundo con el único propósito de tener cerca de El a personas que nosotros amamos.
Existe otra locución, después de la muerte de alguien que ha vivido muchos años: por lo menos él vivió una vida completa. No importa que bien intencionadas hayan sido pronunciadas tales palabras, sencillamente son crueles. Es llanamente una invitación a que la otra persona no sufra por algo innecesario. Como si llorar por los abuelo fuera una necedad.
Esto no es un tema de conversación mientrás tomamos un té entre los que hemos estado de luto por pérdidas familiares, pero reconozco las molestias que pueden surgir tras tales comentarios. Y es que frente a la muerte estamos desarmados. La muerte sigue siendo  ese lugar que está del otro lado del velo y donde somos conscientes que para consolar necesitamos más que buenas intenciones.
Hay días que salgo a caminar, algunos pensaran que es para hacer algo de ejercicio tras algunas horas de estar sentado escribiendo, pero no. Camino junto al Canal Imperial para ser consolado. Consolado en medio del silencio. Y es que el consuelo llega, ahora lo sé, cuando el silencio se hace patente. A veces no tener que decir nada, no tener que aparentar es la manera que tiene el Sr. Dios de calentar nuestros corazones. Como si fueran ascuas.

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