Todos los dias

Sobre Mateo 28:16-20

Las palabras de Jesús están llenas de mandamientos. ¿Alguien alberga la duda de que es un creyente judío? El texto que escuchamos en esta mañana, casi se puede decir que suena como un gran mandamiento Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos, y enséñenles a guardar todo lo que yo les he pedido. Pero no olvidemos ni por un momento que en los evangelios encontramos muchas más peticiones que le hace a los discípulos o a los que se le acercan, p. e, ama a tu prójimo como a ti mismo,  deja que los niños vengan a mí, cuando ores, di Padre nuestro…, o deja las redes y sígueme. Es como si más que un maestro tuviésemos delante a un capitán del ejército.
Desde entonces Jesús será conocido por sus mandamientos. Y es que son mandamientos novedosos. Pero en esta mañana además de un mandamiento o una gran comisión se nos ofrece una promesa estaré con Ud. todos los días hasta el fin del mundo.
Que Jesús nos dé algunas normas de conducta o nos pida determinados tipos de relaciones  entre nosotros puede molestar a mucha personas. Y es que no vivimos precisamente en una cultura de sometimientos. Sino que nos aferramos a principios como la libertad de expresión, la libre elección y la autonomía personal. No, nos gusta que nos den órdenes o nos digan a que hora podemos salir de casa. Y es que la historia de la eclesiología está llena de abusos que los cristianos han cometido cuando han utilizado los mandamientos de Jesús como excusa para oprimir, para acallar, para imponerse, y crear una especie de iglesia triunfante y poderosa. Pero en los evangelios este modelo de  iglesia opresora no existe aún. Y no se le espera.
¿Para quienes fue escrito? Este pasaje en particular está escrito para una comunidad que está luchando con el desafío de desarrollar y mantener un sistema de liderazgo y normas para el movimiento de Jesús que continuaba después de su muerte y resurrección. Miremos un detalle como el de los once discípulos (v. 16) se puede entender como un mensaje directo a esta creciente, pero frágil comunidad de fe. Existen la traición y la imperfección, aun dentro de la misma comunidad. A veces nos recreamos una imagen muy romántica de lo que fue esta iglesia y de cómo debió de actuar. Y a la vez nos hace que coloquemos una presión insoportable sobre los pastores y sobre las personas que nos acompañan esperando que sean perfectos, cuando solo son my parecidos a nosotros mismos. Esta imagen edulcorada de la iglesia nos ha llevado en muchas ocasiones a no saber manejar los conflictos y los errores cuando surgen en medio de ella.
¿Qué se nos cuenta? El texto comienza hablando de los discípulos. ¿Pero no eran doce? Alguien se perdió. Si, siempre hay alguien que se va a ir o va a traicionar. Pero esto no pone fin al movimiento. La lucha y la misión han de continuar.
Nos narra Mateo que los discípulos se fueron a Galilea, al norte de Israel. Galilea era sinónimo de marginalidad. Era una región que estaba bajo sospecha tanto como parte del imperio romano, como por parte de los judíos de Jerusalén. Galilea era una región multicultural, mestiza, donde había surgido la resistencia contra los romanos. Galilea era una región caliente, hablando en términos políticos. Galilea era símbolo del nacionalismo judío. Es sorprendente, o al menos para mi lo es, como Jesús pide el traslado de la iglesia insipiente a Galilea y no que permanezca en Jerusalén.
¿Y qué ocurre allí? Jesús se encuentra con los discípulos en un monte, como el nuevo Moisés, y desde el comienzo hay contradicciones: hay culto a la personalidad y dudas a la misma vez (v. 17).  En medio de tal contexto de lucha y tensión, Jesús declara su autoridad. Este término también puede significar poder, derecho y libertad para tomar una decisión. Sobre la base de esta autoridad, que es mucho más que una autoridad militar o política, Jesús lanza un mandato a la comunidad de creyentes. Y no será un mandato para un solo individuo. Tampoco lo es para un obispo, o para un pastor o para un teólogo. Este mandamiento es para todos. Para ti y para mí.
¿Alguno se preguntará y qué es un discípulo? El discípulo era un estudiante que seguía al maestro cada día, cada semana, cada mes y cada año. No era un seguimiento a tiempo parcial. Sino las veinte cuatro horas del día. Y requería de un gran sacrificio, y el abandono del ego y de los lazos tradicionales con la familia. Sin duda era un gran desafío mental, emocional, económico y físico. El discipulado entonces no era barato ni fácil. Y esto es lo que está pidiendo Jesús.
El llamado al discipulado tiene un marco global. No se limita al contexto étnico, racial o sexual al que uno pertenece. Es una especie de llamada para salir de los confines de la costumbre, de las tradiciones, de las opiniones personales. Los cristianos judíos fueron llamados a romper con su propio sistema de racismo y etnocentrismo que les encerraba y les limitaba. ¿Y nosotros qué? Albergo la sospecha que Jesús, por medio de este evangelio, nos llama hoy a romper con el convencionalismo que bloquea el discipulado.
La mayoría de as veces nuestro tradición religiosa deforma la manera que la iglesia debe asumir el discipulado. Y acabamos buscando a los que se parecen a nosotros. A los que hablan como nosotros. A los que visten como nosotros. A piensan como nosotros. Pero la petición de Jesús es ir a los diferentes. A los otros.
Podríamos atrevernos a decir incluso que el llamado al discipulado es un proyecto educacional sobre todas las cosas. Un proyecto que se inicia con el bautismo y que continúa con el catecumenado o discipulado. Pregúntese cómo de fuerte y eficaz está el ministerio catecumenal en la iglesia o en la familia y podrá ofrecer una respuesta a  cómo se prepara nuestra comunidad o nuestra familia para el futuro. El catecumenado es una herramienta poderosa de cambio social y personal. Todo lo que hacemos los cristianos, desde que nacemos hasta que morimos, está enmarcado en un proceso de formación.
¿Tenemos un modelo a seguir? Las pautas para este proceso de discipulado y educación vienen de la vida y el ministerio de Jesús. El llamado no es repetir versículos bíblicos como algunos tienen por costumbre, sino a interpretarlos y vivirlos. ¿Dónde están nuestros textos fundacionales? Están en las bienaventuranzas, en los ejemplos de sanación, en las declaraciones de liberación, en la restauración del que está tirado en la cuneta del camino.
Una última cosa que se hace necesario decir, aquí y ahora, ningún individuo puede cumplir con esta comisión por sus propios medios. Se necesitan  de la autoridad del Sr. Dios, se necesita centralizarse en las enseñanzas del Jesús y por último el ser sostenido por el Espíritu Santo.
¿Por qué estamos aquí en esta mañana entonces? La respuesta es sencilla, porque hombres y mujeres que fueron antes de nosotros se tomaron en serio el mandamiento de hacer discípulos. Ellos creyeron que Jesús estaría siempre acompañándoles. Todos los días. Aun en medio de la tempestad. Aun en el valle de sombras de muerte.
Pero El ha prometido estar con nosotros todos los días. Y todos los días es mucho tiempo. ¡Es toda una vida!

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