Los neomodernos son fans del último Superman. Es la tendencia a seguir, tanto por su estética como por sus implicaciones. Superman es un rompe tradiciones. Viene de afuera. Y eso a los neomodernos les gusta mucho. La historia para ellos es muy reciente. Es la inmediata. ¿De dónde viene nuestra certeza? Lo sabemos porque el superhéroe no
sólo ha abandonado los calzoncillos exteriores del traje que durante
años ha llevado sino que ahora no se afeita y se deja esa barba de tres o
cuatros días que tan poco gusta a la industria de las maquinillas de
afeitar.
Pero
hay más. Supermán nunca habla del Sr. Dios. Sobre él guarda un silencio embarazoso. Es el prototipo de los hombres y las mujeres que llevan una
vida terrenal muy agitada y precaria sentimentalmente y que han llegado a la experiencia de que es imposible para la razón humana elevarse hasta el cielo a no ser que utilices un dron. Son fieles al proverbio que dice: de lo que no se habla no existe.
Así
que siendo imposible todo encuentro intímo, todo acercamiento con lo divino, los
neomodernos buscarán en sí mismos la satisfacción de las necesidades que les deja el tener un hueco en su alma. Una especie de habitación vacía que saben que está ahi; pero que no saben con que amueblar y cuyos orígenes se encuentran en la busqueda constante de la felicidad. De sentirse queridos y valorados. Por ellos los neomodernos irán al gymnasio cada día, mantendra actualizadas sus fotos de Instagram, comerán muy sano y buscarán un chivo expiatorio a sus debilidades fuera de ellos mismos.
Los neomoderno han redactado su propio credo. Han seleccionando aquellas ideas que les agradan y han preparado una especie de buffet donde cada cual toma lo que le apetece . Por eso no necesitan de ninguna comunidad de fe. No precisan asistir a ninguna
celebración con tintes religiosos. Para ellos la
comunidad ha dejado de tener significancia. Y es que la mayoría de las veces no sabe qué decir o qué hacer sin un teclado delante. Su opio es internet. Y si asistieran a alguna, por esas
cosas raras que suelen suceder, pues optaría por una de
esas iglesias donde la historia del cristianismo comenzó con
Pentecóstes y acaba con una canción de Hillsong Live.
Si, podríamos entender que los neomodernos han abandonado todo contacto con la poesía, y es que
están es medio de un proceso de ruptura diario, de conversión cotidiana,
de cierta muerte y cierta resurrección cada vez que sale el sol o se pone.
Pero hay algo que si saben; pero que nunca confesaran de manera pública: no tiene un tiempo ni un espacio para reconocer que se sienten solo. Y quizás alguien se pregunte: ¿Cómo sabes tanto de ellos? Y entonces me morderé la lengua.
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