Una hoja al viento

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Siempre creí que la felicidad era un lugar
a donde yo podría ir
y quedarme a vivir para siempre,
como hacen las hojas perennes con los árboles.
Siempre he creído en la geografía
y en la historia; más que en la física
y en la química.
Y por eso puedo explicarte donde iré cuando el otoño llegue;
pero no se cómo expresarte los cambios de colores y las caidas.
Siempre me ha gustado el color verde
y  hasta el amarillo si me apuras un poco
y creí que era más fácil quedarme tranquilo en mi castillo,
armado hasta los dientes
y esperar que el amor tocara a mi puerta.
Pero no, he estado creyendo en cosas erradas
todos estos años.
En primer lugar la felicidad no es un espacio
sino una persona y donde ella está
nosotros somos felices.
En segundo lugar no sé donde estaré mañana
cuando los días se hagan cortos
y las noches largas.
Y en tercer lugar
ningún amor tocará a mi puerta
si voy con una armadura y con la espada en alto.
Como veras
este oficio que tengo: 
de ser una hoja al viento
no es fácil.
Acabas con la espalda destrozada,
por no decir como te queda el corazón:
hecho pedazos.
Así que no te lo recomiendo,
intenta ser otra cosa;
pero no una hoja al viento.

 

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