En el principio esta palabra no tenía el sentido negativo que ahora le
damos. Servía, entre otras cosas, para designar a una persona o a un
grupo con un propósito determinado o que habían hecho una elección
previa. La historia sacra y la no tan sacra están llenas de herejías.
Pero la vuelta a la tortilla se le dió, y la palabra adquirió otro
sentido y significado cuando en el cristianismo neonato aparecen los
cismas y las separaciones. La herejía comenzó a tener mala prensa cuando
sobre todo se enfrentó a la ortodoxia y a la fe católica.
En lo personal me gusta la palabra. Tiene como poesía. Ritmo. Pero sobre todo me fascina su raíz griega y no es porque sea botánico; sino porque estoy cansado de repetir y vivir la historia que escribieron los vencedores.
Asi que albergo la certeza de que en alguna estación la herejía puede llegar a ser un incentivo
para desarrollar una visión personal del Sr. Dios y encontrar un lugar en la iglesia.
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