Hay palabras y expresiones usadas en las Escrituras para designar los colores no son tan específicas como los términos que se encuentran en las tablas de colores más contemporáneos. Los escritores bíblicos podían transmitir con habilidad a qué colores se referían valiéndose del contexto mismo de un relato o comparando un objeto desconocido con uno que fuese familiar. Por ejemplo, se usaron como referencias para los colores cosas comunes como la sangre, la nieve, ciertos pájaros, el fuego y las piedras preciosas. Asimismo, dieron a los colores un sentido figurado, y asociaron ciertas ideas específicas con algunos colores determinados. Tomemos por ejemplo el rojo. Podríamos afirmar que en el principio fue el rojo. Nos auxiliaremos esta vez de Gçenesis 25: 29-30 Cierto día, Jacob estaba guisando un potaje, cuando Esaú llegó muy cansado del campo, y le dijo:¡Tengo hambre, dame de comer de ese guiso rojo!
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