Compasión. No sacrifiios.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Con los años nos hemos olvidado de las cosas más importantes, las que aprendimos en la Escuela dominical. Nos hemos olvidado, por ejemplo, de descansar y por ello cuando llega el lunes, que siempre llega, no tenemos fuerzas para vivir la vida con integridad. Si, nosotros estamos cansados cada mañana cuando sale el sol.

Las Escrituras nos dicen que el día de reposo está relacionado con la creación del mundo por parte del Sr. Dios. Con el trabajo. Con el descanso. Pero nosotros también hemos leído que cuando los hebreos salieron de Egipto, donde eran esclavos, y habitaron en el desierto fue allí donde se les ofreció la ley para que vivieran con dignidad.

Para los discípulos el día de reposo es una especie de recordatorio de la historia, de lo que hicieron los antepasados y es el día para ser agradecidos. Los discípulos saben que el día de reposo es un símbolo, al final de la semana, de un pacto que han de atesoran en sus corazones. Pero los discípulos se dejan zarandear por las apariencias, por el tradicionalismo con mucha frecuencia.

Los discípulos hemos olvidado que el día de reposo es el tiempo para estar quietos por dentro. Y por fuera. Que es el día para estar con el Sr. Dios, para tener los ojos abiertos y ser conscientes de que todo lo que tenemos viene de El. Todo. Pero la tradición de los hombres y las mujeres ha ido inundado este día de normas y de reglamentos que los propios hombres y propias las mujeres se empeñan en cumplir como si en ellos les fuera la felicidad. Pero la vida que se nos ha dado  no es para cumplir con preceptos.

El día de descanso, no sabemos cómo, ya no es una fiesta. Ya no es algo bueno. Ya no es algo que deseamos que llegue. Y Jesús usa entonces la imaginación y el sentido común para releer la historia, para decirnos cómo es el Sr. Dios. Jesús pretende alumbrar a los discípulos que se empeñan en estar en la oscuridad. Jesús enciende la luz donde hay muchas oscuridades. Y Jesús camina sin miedos frente a las ordenanzas. Y por ello se enfrenta a los tropiezos y a los espinos. A los religiosos. Jesús sabe que si algo ha de tener la religión es compasión no sacrificios. Si algo ha de enseñar es misericordia. Porque sin estas cosas no hay encuentro con el Sr. Dios por muchos mandamientos que se guarden.

Jesús quiere celebrar la vida con los discípulos y les invita a dar un paseo por los campos sin tanto acto protocolario ni tantas vestiduras litúrgicas.

Lectura del evangelio de Marcos 2, 23-28

Un sábado iba Jesús paseando por entre unos sembrados. Los discípulos, según pasaban, se pusieron a arrancar espigas.  Los fariseos dijeron a Jesús:¿No ves que están haciendo algo que no está permitido en sábado?  Jesús les contestó: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros se sintieron muy hambrientos? Entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió de los panes de la ofrenda, algo que no estaba permitido comer a nadie, sino solamente a los sacerdotes. Y dio también a los que lo acompañaban.Y Jesús añadió: Dios hizo el sábado por causa del ser humano, y no al ser humano por causa del sábado. ¡El Hijo del hombre es Señor también del sábado!

¿Quién escuchará hoy nuestra oración?

Padre: En este día que comienza quiero parecerme a Jesús. Por eso a ti te hablo. Por eso vengo a ti. Y sólo espero una cosa ya. Espíritu Santo necesitamos sabiduría y entendimiento para vivir en medio de estos tiempos. A Jesús nosotros seguimos. Amén

Augusto G. Milián

 

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