Ni libres ni esclavos.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Ahora los días comienzan a ser más largos. Y las noches más cortas.

Pero vivo en un mundo que ha optado por las jerarquías, por los asientos de primera fila, por los palcos reales, por los estrados de importancia, por los títulos académicos casi de manera enfermiza. Si, vivimos en una cultura que ofrece asientos para ver la vida como si de un musical se tratase. Y hay asientos disponibles en la platea, en zona club y en el anfiteatro.

Dicen las Escrituras que Jesús y los discípulos atraviesan Galilea. Y entre pueblo y pueblo se habla de los divino y de lo mundano. Pero es irónico que mientras Jesús trataba de enseñar a los discípulos el profundo acto de entrega que se expresaría en la cruz, en Jerusalén, ellos estaban más preocupados por otras cuestiones completamente diferentes.

Los seguidores de entonces no pueden aceptar el espantoso destino que lo espera a Jesús. La traición y la muerte. Están conmocionados y consternados, así que se ponen a discutir entre ellos. A los seguidores de ahora también nos gustan las discusiones vanas. Entretenernos en lo secundario. Hablar de lo irrelevante. Mostrar el Versalles que llevamos por fuera y que esconde la oscuridad de dentro.

Los discípulos de Jesús eran muy parecidos a como somos nosotros: competitivos, comparándose constantemente con otros, añorando el pasado, queriendo tener siempre la razón. Y es que el corazón de los hombres y las mujeres de antes y de ahora sigue siendo el mismo. Y por eso muere Jesús. Por ti y por mí. Para cambiar corazones de piedra en unos que palpiten.

Hay actitudes que deberían resultarnos desagradables en nuestras comunidades y son cuando los hombres y las mujeres se erigen en castas religiosas que pretende hablar en el nombre del Sr. Dios y exigen una obediencia ciega a las cosas que siempre se han hecho así, cuando son las Escrituras las que nos aseguran que en Cristo no hay ni judíos ni griegos, ni mujeres ni hombres, ni libres ni esclavo, ni personas más importantes ni personas menos importantes.

Por favor, más gracia y menos sacrificios.

Lectura del evangelio de Marcos, 9: 33-35

 Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, Jesús les preguntó: ¿Qué discutíais por el camino? Ellos callaban, porque por el camino habían venido discutiendo acerca de quién de ellos sería el más importante. Jesús entonces se sentó, llamó a los doce y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, colóquese en último lugar y hágase servidor de todos.

¿Quién escuchará hoy mi oración?

Padre: Ahora que se sale el sol y comienza el día una cosa te pido: que bendigas mi memoria y me muestre como yo era antes y como soy ahora. Espíritu Santo muéstrame lo que he perdido y lo que he ganado durante el camino. Quiero crecer, quiero ser alguien agradecido. Señor, que podamos recibir ahora tu Palabra con confianza y con fe. Porque no nos seguimos a nosotros mismos, sino que a Jesús nosotros seguimos. Amén

Augusto G.Milián

 

 

Comentarios