Un lugar seguro


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Es el último día de Febrero y el invierno parece que no cesa en el norte de España. Un viento helador amenaza con dejarnos paralizados. Quietos. Pero ningún invierno es eterno. Ninguno. Ni los del alma. Y es que en medio del frío podemos musitar una oración aunque nadie nos oiga.

Los discípulos sabemos que sólo después que hemos atravesado el desierto es que nos enfrentamos con la realidad de que todo es una oración: una canción durante la celebración dominical, un caminar junto al río sin compañía, un lamento mudo, un silencio entre tantas palabras que se nos dicen, un mirar a los pinares cuando llega el atardecer, una taza de té negro con limón mientras hablas con un amigo por Skype, la añoranza por un amor que esté allá lejos. Un duelo. Si, todo se erige en una plegaria cuando hemos hecho de la gratitud un estilo de vida.

Los discípulos con los años hemos entendido que la oración puede tomar muchas formas. Pero en su  esencia es una conversación, un mutuo escucharse, una relación confortable. Un lugar seguro. La geografía donde no tenemos que aparentar lo que no somos ni decir palabras que no son nuestras. Es el espacio donde podemos estar quietos.

Pero la oración que Jesús enseñó a sus discípulos no ha caducado. Es simple si, pero a la vez sigue siendo tan nueva y tan fresca hoy como en el día que fue pronunciada por primera vez. Y es que nos dice cómo han de ser las cosas entre el Sr. Dios y nosotros. Entre tú y yo.

A los que me pueden escuchar: ¡Abríguense! Y sean agradecidos! La gratitud suele ser un buen remedio contra el frío de afuera y de adentro.

Padre nuestro que estás en el cielo….

Lectura del evangelio de Mateo 6, 7-8

Y al orar, no os pongáis a repetir palabras y palabras; eso es lo que hacen los paganos imaginando que Dios los va a escuchar porque alargan su oración. No seáis iguales a ellos, pues vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad aun antes que le pidáis nada.

¿Quién escuchará hoy mi oración?

Padre: Ahora que comienza el día y nosotros nos volvemos hacia Tí en oración, Tú ya sabes lo que necesitamos en esta tierra. Tú no cambias por nuestras preguntas y peticiones; nosotros somos los que cambiamos. Espíritu Santo ayúdanos a reflexionar sobre las palabras de Jesús, que podamos llamar al Sr. Dios como Padre, que podamos trabajar y orar sin muchos aspavientos.  Que hoy podamos ser perdonados como nosotros queremos perdonamos a los demás. Pedimos por  el alimento de hoy, y para que nos libres de cometer injusticias. A Jesús, sólo a Jesús seguimos. Amén.

Augusto G. Milián

  

 

 

Comentarios