Nos cuestan los cambios


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Buen martes para los que están cerca. Buen martes para los que están lejos:

Los hombres y las mujeres buscan respuestas. Los hombres y las mujeres creyentes también lo hacen. Pero tanto a los primeros como a los segundos les agradan las  respuestas sencillas y que reafirmen sus puntos de vistas. Que mantengan al amparo sus tradiciones. Que confirmen sus creencias.

Pero no siempre encontramos lo que buscamos. Hay días de alegría y hay días con dolor. Hay días inexplicables. Hay días con inseguridad. Y entonces tendremos dos opciones: encerrarnos en nuestro duelo o darle la bienvenida a la conversión.  Lo primero es fácil. Lo segundo demanda esfuerzo.

Jesús sabe que una cosa es escuchar las Escrituras y otra muy distinta vivirlas. Pero en esto consiste el desafío cristiano. Y es que Jesús no mira a los acontecimientos que pasan a su lado como los miramos tú y yo. Nosotros los miramos desde nuestro ombligo, desde la política o desde la economía. Para él son señales que requieren una traducción espiritual. Una lectura con un corazón de carne. Donde la cuestión no es sólo lo que leemos sino también cómo lo leemos.

Escuchar el mensaje de Dios y ponerlo en práctica es una disciplina que nos mantiene alerta sobre el tipo de vida que llevamos. Cuando llega un niño a la familia, cuando un abuelo deja de respirar, cuando los pueblos sufren injusticia por el mal gobierno no basta con celebrar, o llorar, o protestar; sino que hay que preguntarse: ¿Me está diciendo algo el Sr. Dios? Sin hacernos preguntas  nuestra vida suele ser muy insípida.

Los discípulos de Jesús son los que se hacen preguntas alrededor de una taza de té. Los que están dispuestos a aprender cada día algo nuevo. Los que con el barro hacen un milagro. Los que han descubierto que la verdadera tradición no nació en el pasado ni es esclava del tiempo.

Jesús nos dice que tenemos que nacer del agua. Que tenemos que nacer del Espíritu de Dios. A ti y a mí nos cuestan los cambios, pero nos pesan más los corazones de piedra.

Lectura del evangelio de Lucas 8, 19-21

En cierta ocasión fueron a ver a Jesús su madre y sus hermanos; pero se había reunido tanta gente que no podían llegar hasta él. Alguien le pasó aviso: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera, y quieren verte. Jesús contestó: Mi madre y mis hermanos son todos los que escuchan el mensaje de Dios y lo ponen en práctica.

¿Quién escuchará hoy mi oración?¿Quién?

Nuestro Dios y nuestro Padre: Gracias en este día que comienza porque Tú has prometido consolar a los que lloran y tener compasión de los compasivos. Espíritu Santo danos fuerza para ser íntegros en medio de los tiempos que vivimos. A Jesús nosotros seguimos. Amén.
 
Augusto G. Milián

 

 

 

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