Me doy permiso para ver caer las hojas


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Hay que encender una luz en la oscuridad

Buen martes para los que están cerca. Buen martes para los que están lejos:

Cada uno de nosotros deberíamos detenernos y ver como caen las hojas. Y es que el otoño ha llegado sin muchas glorias y con muchas penas. Y llegan lluvias intensas que lo inundan todo y fuertes vientos que derriban árboles. Pero las verdaderas malas noticias llegan a las tres de la tarde cuando te sientas delante de la televisión. Y toda la barbarie humana se presenta en nuestras casas sin pedir permiso. Y entonces nos volvemos profundamente pesimistas.

Los discípulos de Jesús siempre son tentados por el pesimismo. Los discípulos de Jesús buscan explicaciones para la manera en que se expresan y se relacionan con los demás. Asi que la mayoría de las veces le achacan la culpa de sus fracasos a su carácter, a la familia en que crecieron, a la iglesia que les trasmitió la fe o al mundo donde nacieron. No cultivan la paciencia y les piden a los demás que la cosechen. No muestran compasión y esperan que sean los otros quienes la muestren. Porque ellos son así y no pueden cambiar.

Somos pesimistas cuando consideramos que los acontecimientos no se pueden evitar. Somos pesimistas cuando vemos como normal las injusticias y el dolor. Somos pesimistas cuando asumimos que la desesperanza es la única ciudad donde nos podemos esconder. Somos pesimistas cuando proclamamos a los cuatro vientos que no podemos cambiar nuestros corazones de piedras por otros de carne.

El pesimismo se parece mucho al fatalismo. Y nos  hace vivir, a ti y a mí, como victimas pasivas de lo que acontece en el día a día. Pero lo diametralmente opuesto al pesimismo es la fe. Del otro lado de una persona fatalista lo que puedes encontrarte es alguien que está esperando con esperanza. Alguien que sabe que el amor del Sr. Dios es más resistente que todos los poderes de este mundo. Y es este amor el que nos hace resistir la oscuridad, las malas noticias y el otoño.

A los que están cerca y a los que están lejos: ¡Bienvenidos al otoño y date permiso para ver caer las hojas!                                       

Lectura del evangelio de Mateo 24,35

Estad preparados y mantened vuestras lámparas encendidas

¿Quién escuchará hoy mi oración?¿Quién?

Señor y Dios: Ahora que comienza la mañana, quiero hablarte. Quiero cambiar mi manera de ver el mundo, pero yo sólo no puedo hacerlo. Necesito ayuda. Espíritu Santo ayúdame a cambiar mis desesperanzas por una fe más resistente. Ayúdame a perdonarme a mí mismo y a los demás. Enséñame a esperar y a usar bien el tiempo de la vida. Ayúdame a comprender que el tiempo de espera no es tiempo perdido. Gracias porque Jesús va delante de nosotros. Nosotros en él confiamos. Amén. 

 Augusto Gil Milián

 

 

Comentarios