El invierno está viniendo


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Buen martes para los que están cerca. Buen martes para los que están lejos:

El otoño ha llegado al patio de mi casa y me avisa que el buen tiempo se ha acabado. Ahora comienza esa temporada de añoranza por los días de sol. Y es que el invierno está viniendo.

Mantenerse aferrado al pasado produce dolor. Produce patologías. Produce cansancio. Pero a pesar de ello la mayoría de las personas que conocemos, incluyéndonos a nosotros mismos, nos nutrimos del pasado durante casi todo el día. Y lo subimos a un altar. Y como no conseguimos desprendernos de él, acabamos idealizándolo.

Para los que creen que lo importante es la limpieza exterior, para los que no saben vivir su fe en el presente Jesús cuenta una historia. Nosotros la conocemos como La parábola del buen samaritano. Mucha gente ha hablado de sus personajes y de su significado. Hoy pretendo encontrarme con al samaritano que habita en nuestro interior porque con alguien así necesitamos tropezar en el camino de la vida.

Los samaritanos que llevamos dentro, y que a veces no se dejan ver por el qué dirán, son los únicos que aportan una solución a las discusiones cotidianas. Son los que ponen manos a la obra frente a los atrincheramientos confesionales. Porque son ellos los que han aprendido de los errores cometidos. Son los que no quieren repetir el pasado. Son, a fin de cuentas, lo que se olvidan de lo que sucedió y comienzan un proceso de divorcio con el pasado. Porque son los que albergan la certeza de que el dolor no tiene que tener la última palabra. No la tiene que tener.

Para Jesús, el samaritano de la historia no tiene problemas con la ley de purificación y de santidad, y por ello se hace puro y se hace santo. Para este tipo de samaritano la cuestión no es si la persona que está caído en la tierra es su rival religioso o no, porque él sólo ve a un hombre tratado con injusticia y que requiere auxilio. Para el samaritano de Jesús lo importante es el dolor que el puede mitigar y la herida que él puede limpiar. Eso es lo vital. El samaritano de Jesús con quien tiene un conflicto es con él mismo y no es otro que no ser misericordioso y no recibir misericordia un día. El samaritano, que Jesús quiere que saquemos fuera, nos muestra la inutilidad de coleccionar el pasado. Porque entre otras cosas huele mal.

Un día la compasión será más visible que los prejuicios.Y espero que tú y yo lo podamos ver.

Lectura del evangelio de Lucas 10, 30-35

Jesús le dijo: Un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto.  Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo. Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo. Finalmente, un samaritano que iba de camino llegó junto al herido y, al verlo, se sintió conmovido. Se acercó a él, le vendó las heridas poniendo aceite y vino sobre ellas, lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a una posada próxima y cuidó de él.  Al día siguiente, antes de reanudar el viaje, el samaritano dio dos denarios al posadero y le dijo: Cuida bien a este hombre. Si gastas más, te lo pagaré a mi vuelta

¿Quién escuchará hoy mi oración?¿Quién?

Padre: Escucha mi oración ahora que comienza el día. Sabemos que Tú no miras de dónde venimos ni cómo hemos llegado aquí, pero nosotros si. Estamos llenos de soberbia y con deseos de ganar siempre las discusiones. Pero al mismo tiempo estamos llenos de magulladuras y adoloridos. Asi que tendrás que hacer uso de la misericordia con nosotros. Tendrás que destapar el vino y el aceite. Espíritu Santo muéstranos el camino de la compasión, porque nuestros ojos no son capaces de verlo. Jesús, sal a nuestro encuentro porque los religiosos están debatiendo si al orar hay que alzar o no los brazos. Amén. Augusto Gil Milián.

 

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