Gracias por todo el aceite y todo el vino


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Buen martes para los que están cerca. Buen martes para los que están lejos: Hoy es un buen día para decir: hasta aquí nos ha ayudado el Señor.

Estamos en el hemisferio norte y los días son más cortos y la noche dura más. Ahora la Tierra está en su punto más alejado del sol. Se llama solsticio de invierno. Hace un frío helador en las mañanas, así que me siento cerca de la estufa y comienzo a escribir pequeñas cartas a los amigos que viven solos, que no usan Internet, que están lejos y que quiero, aunque muchas veces no lo diga. Antes que acabe el año les quiero hablar de la oscuridad y la luz.

La oscuridad hace muchas cosas. Pone, por ejemplo, las cosas que tienen fecha de caducidad en los lugares altos que deberían ocupar las cosas eternas. En la antigüedad se le llamaba idolatría a esta práctica y entraba a todos los rincones trascendentes de nuestra vida. Desvirtuando nuestra visión. O creando imágenes falsas. O volviéndonos hombres y mujeres orgullosos, pero falibles. Inundados de conocimientos y opiniones; pero expuestos a la soledad. Creyentes de que acumulando cosas seremos felices, pero con miedos a lo nuevo, a lo diferente, a lo distinto.

La luz, por otra parte, pones las cosas en el lugar que deben estar sin muchos miramientos. Por ejemplo, es la luz la que nos hace ver al Sr. Dios tal como es y no como nosotros nos imaginamos que debería ser. Por eso en la tradición reformada las Escrituras son como una antorcha, una tea incendiaria, es la palabra que viene a nosotros para traer libertad. Nosotros confesamos que Jesús es la luz que vence a las tinieblas.

La oscuridad guarda silencio, pero es la luz la que denuncia que los sacrificios no pueden sustituir a la misericordia, que no podemos pasarnos la vida señalando la paja en el ojo ajeno mientras en nuestro propio ojo hay una viga o buscando un chivo expiatorio que nos exculpe de nuestras responsabilidades y toma de decisiones que nos han conducido a este lugar dónde ahora estamos.

La oscuridad aboga por seguir haciendo las cosas de la misma manera que la hacían los antiguos. Nos dice que no corramos riesgos. Pero es la luz, y sobre todas las cosas, la luz interior la que nos propone hacer cambios. Cambios de adentro hacia fuera. Cambiar nuestra manera de pensar para que cambie nuestra manera de vivir. A esa luz interior, a esa voz que nos habla desde dentro nosotros le llamamos Espíritu Santo.

Sabemos que en la oscuridad habitan monstruos. Que la oscuridad siente predilección por los guetos. Pero la fe adulta tiene que encender una luz en la oscuridad y salirse de tales arrabales. No acomodarse a las fronteras religiosas. Y salir al camino para encontrase con Jesús. El que todo lo hace nuevo. Todo.

A los que me escuchan desde lejos, a los que me escuchan desde muy cerca: Gracias por el cariño de este año. Gracias por todo el aceite y todo el vino que pusieron en las heridas. Gracias por la luz que han encendido cuando yo estaba a oscuras.

Lectura de la carta a los Romanos, capítulo 12, versículos del 1 al 3

Por el amor entrañable de Dios os lo pido, hermanos: presentaos a vosotros mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Ese ha de ser vuestro auténtico culto. No os amoldéis a los criterios de este mundo; al contrario, dejaos transformar y renovad vuestro interior de tal manera que sepáis apreciar lo que Dios quiere, es decir, lo bueno, lo que le es grato, lo perfecto. En virtud del don que me ha sido otorgado me dirijo a todos y a cada uno de vosotros para que a nadie se le suban los humos a la cabeza, sino que cada uno se estime en lo justo, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido.

¿Quién escuchará hoy mi oración?¿Quién?

Padre de luces: En estos últimos días del año te damos gracias por los momentos de alegría y por los momentos más difíciles. Te agradecemos el amor que hemos recibido de la familia y de los amigos. Y porque no ha faltado el pan en nuestras mesas. También te agradecemos los momentos en los que luchamos; los momentos de desafío; los momentos de incertidumbre, los momentos en que hemos tenido miedo por el futuro y por nuestros seres queridos,  por los momentos en que perdimos a nuestros seres queridos y el dolor nos hizo llorar. Y si alguna oración vas a contestar que el espíritu santo nos ayude a caminar en la paciencia y en perdón, porque a Jesús queremos imitar. Augusto Gil Milián

 

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