Cuando hablamos más del cansancio que de la fe


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Lectura del evangelio de Lucas 1, 1-5a

En una ocasión, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud que quería oír el mensaje de Dios. Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar. Simón le contestó: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada….

Buen martes a los que me pueden escuchar. Cada nuevo día es un regalo, pero algunas personas aún lo saben todavía.

No hemos pescado nada. También los que siguen a Jesús nos cansamos y nos quejamos. Simón no es el único. Y podemos decirlo en voz alta ahora y sin temor al qué dirán: ¡Estoy cansado, porque lo he intentado una y otra vez y no logro nada!

No hemos pescado nada. La época en que los cristianos teníamos que aparentar ser una fortaleza cada día de la semana se ha acabado.  Confesamos que somos criaturas finitas, falibles y la mayoría de las veces carecemos de recursos contra el abatimiento y el desgaste físico y espiritual. Y es cuando los discípulos muestran fatiga cuando son más susceptibles a las emociones sin esperanza o las opiniones viscerales.

No hemos pescado nada. Hay que comenzar a enseñar a nuestros hijos y a los nietos que debemos resistirnos a  la idea de que somos tan importantes para el Sr. Dios que no podemos permitirnos el parar y descansar y dejar que otros quienes nos ayuden a portar los yugos en la familia o en la comunidad cristiana.

No hemos pescado nada. La manera de trabajar del Espíritu Santo en nosotros es más importante que lo que nosotros intentamos hacer en el nombre de Dios. Y esto es algo que deberíamos hablarlo sin pelos en la lengua. Lo que hacemos como creyentes debe ser adecuadamente apoyado por la acción del Espíritu en nosotros; porque si no la mesa estará coja. Porque si no acabaremos hablando más del cansancio y del resentimiento que de la fe y la esperanza.

No hemos pescado nada. A los que estamos cansados, Jesús nos dice: ¡Venid a mí, porque yo les haré descansar!

¿Quién escuchará hoy mi oración?¿Quién?

Señor y Dios: Que no sólo las palabras que pronuncian mis labios sean sinceras, sino que también lo sea mi oración. Hay temporadas que nos sentimos débiles, con el corazón lastimado, pero no se lo decimos a nadie. Espíritu Santo muéstranos el camino para poner todo aquello que nos preocupa y nos cansa al alcance del Padre. Jesús, que seas Tú quien dirija en esta mañana mis pasos, quien enfrente mis temores, quien me haga descansar. Augusto Gil Milián

 

 

 

 

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