Y el sembrador salió a sembrar


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Lectura del evangelio de Marcos 4, 3-9

Oigan esto: Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esa semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, de modo que la semilla no dio grano. Pero otra parte cayó en buena tierra, y creció, dando una buena cosecha; algunas espigas dieron treinta granos por semilla, otras sesenta granos, y otras cien. Y añadió Jesús: Los que tienen oídos, oigan.

Buen martes a los que me pueden escuchar. Cada nuevo día es un regalo, pero algunas personas no lo saben todavía.

Y el sembrador salió a sembrar. Hemos citado una de las parábolas más conocidas de Jesús. La preferida por el pintor Vicent van Gogh. La mayoría de los hombres y mujeres se central en la segunda parte de la narración, donde Jesús tiene que explicar el significado de la misma porque los discípulos no la han entendido.

Y el sembrador salio a sembrar. A nosotros también nos gustan las explicaciones. Y muchas veces pedimos explicaciones cuando no entendemos una situación. Con la ayuda de explicaciones sabemos de lo que cambia dentro de nosotros, lo que ocurre en la familia, lo que acontece en la iglesia y lo que pasa el mundo. Algunas explicaciones nos dan certezas. Otras nos dejan un mal sabor de boca.

Y el sembrador salió a sembrar. En ningún momento de la historia Jesús hace idílica nuestra visión de la vida o nuestra comprensión de Dios. No, la vida es como es y no como nos gustaría que fuera. En esta parábola hay un saludable grado de realismo en las imágenes que nos ofrecen. Por ejemplo el sembrador lanza las semillas sin miramientos, sin temores, sin remilgos. Y sabemos que hay diferentes tipos de lugares donde cae la semilla. Hay un superficie endurecida, plana, hay aves que comen las semillas, hay rocas que impiden el crecimiento, hay espinos que ahogan las plántulas y hay una tierra buena donde la semilla germina y crece y crece y da frutos.

Y el sembrador salió a sembrar. Y entonces entendemos que somos como un camino apisonado, uno endurecido, uno agreste. Movidos por los vientos superficiales, arrastrados por las lluvias y sin raíces a las cuales aferrarnos en medio de la tormenta. Dando un paso para delante y dos para atrás porque las preocupaciones son muchas y el amor escaso. Pero también somos la tierra rota, la tierra fértil, preparada para ofrecer humedad y calor, para brindar espacio y tiempo para que la semilla germine. Para que la Palabra de Dios haga nido dentro de nosotros. Para decirle al Espíritu Santo: bienvenido a casa!

Y el sembrador salió a sembrar. Y se nos invita aquí y ahora a abrir los oídos. A escuchar al mundo y a escuchar al Sr. Dios, porque al fin y al cabo, tú y yo tenemos dos oídos. Y un solo corazón. Pero no dejemos que el desánimo y la frustración toquen a nuestra puerta y entren a casa cuando no podemos ver los resultados que hemos estado esperando.

Y el sembrador salió a sembrar. Ahora que ya es Enero les recuerdo: ¡Bienvenidos a la gracia!

¿Quién escuchará hoy mi oración?¿Quién?

Padre del cielo y de la tierra. Estas son mis palabras en esta mañana. Hay días que nos sentimos frustrados porque la familia o la iglesia no son como nosotros esperábamos. Frustrados porque hay cosas que han de ser cambiadas, pero no tenemos la fuerza para hacerlo nosotros solos. Por eso necesito tu ayuda, Señor. Que el Espíritu Santo me recuerde que Jesús estará con nosotros todos los días, incluso cuando siento dolor o la tristeza es inmensa.  Que yo pueda recordar que la buena semilla me ha sido dada. Y que un día germinara sin escollos en medio de la familia y de la iglesia. Jesús tu eres el sembrador. Amén. Augusto Gil Milián

 

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