Me gusta el pan


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Buen martes para los que me puedan escuchar. Cada amanecer es un regalo, pero algunas personas lo han olvidado.

Me gusta el pan. Me gusta el pan con aceite y sal. Me gusta el pan suave al que puedes abrir por la mitad y untarle mantequilla y mermelada de guayaba. Me gusta el pan con semillas de sésamo y girasol recién horneado y que su olor se expande por la casa como un perfume.

Jesús nos dijo que pidiéramos pan en nuestras oraciones. Jesús nos mostró el camino de la oración. Un camino que conduce al Reino de los cielos si nuestra oración se hace con el corazón y no sólo con los labios. Jesús dejó algunas indicaciones de como orar porque sabía que nuestro mundo interior, a veces tan inundado de ansiedades, podía ser transformado en un remanso de paz. Jesús indicó que cuando fuéramos a orar, tú y yo, dijéramos: Padre nuestro que estás en el cielo… Y esta oración no es propiedad de ninguna denominación o institución cristiana. Es para ti y para mí.

Pero eso de pedir por el pan material resulta muy carnal, muy terrenal para la casta religiosa que suelen hacer lecturas espirituales de todo texto bíblico desde sus concilios y cátedras. Y es que no se logran imagina al Sr. Dios preocupado por nuestros dolores, por nuestras lágrimas, por nuestra hambre. Pero si, la buena noticia para nosotros en esta mañana es que el Padre está interesado por todo lo que le acontece a sus hijos e hijas. Y sabe que necesitamos el pan cotidiano como precisamos de las palabras que salen de la boca de Jesús para enfrentar este nuevo día.

Pedir pan, aquí y ahora, es reconocer que nada es nuestro. Nada. Pedir pan en este tiempo es aceptar la idea de que dependemos del Padre. Dependemos. Pedir pan en medio de nuestras miserias es tener la oportunidad de ser agradecidos. Seamos agradecidos. Y entonces pedir pan se torna en un grito de protesta contra la cultura imperante que nos ha musitado a los oídos que todo nos pertenece, que necesitamos de nadie y que la gratitud no nos conduce a ningún asiento de poder.

A esa gente que hoy no tiene pan, ni aquí ni allá, Jesús les dice: al que pide se le dará. A ti que me escuchas desde la cercanía o en la distancia, a ti te digo: levántate y ora.

Lectura del evangelio de Mateo 6, 11

Danos hoy el pan que necesitamos.

¿Quién escuchará nuestras oraciones?

Padre: Ahora que comienza el día a ti te decimos bendito eres y gracias porque haces que el pan salga de la tierra y llegue a nuestra mesa. Jesús danos el pan que necesitamos para hoy, porque a ti esperamos. Amén.  Augusto G. Milián.

 

 

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