La paz es un regalo


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad

Buen martes para los que me puedan escuchar. Cada día es una nueva oportunidad, pero muchos de nosotros lo hemos olvidado.

La paz es un regalo. Nuestra vida de creyentes está llena de obsequios. Algunos de nosotros los podemos ver. Otros no. Pero los regalos siempre llegan, siempre, y la mayoría de las veces sin previo aviso. No hablo ahora de los regalos de cumpleaños. No, hablo por ejemplo de la paz. La paz es lo opuesto a la guerra. Pero es también otras cosas, es el valor que nos permite vivir entre los demás sin que la sangre llegue al río. Es lo que hace que nuestra existencia sea digna, sea soportable.

La paz es un regalo. En nuestra tradición creemos que Jesús nos dejó la paz para poder vivir en este mundo de flores y de serpientes. Sobre todo, cuando hay más serpientes que flores. Y que nada ni nadie nos debería quitar la paz. Nada ni nadie, pero hay algunos días cuando la realidad es más dolorosa que nuestras creencias. Y entonces llega el conflicto. Y entonces asumimos como nuestra esa creencia popular que dice que si cambiamos de geografía tendremos paz. Y entonces nos vamos lejos. Pero en este mundo, el dolor y el miedo siempre viajan con nosotros. Son como un equipaje de cabina.

La paz es un regalo. Jesús sabe de nuestra fragilidad, de nuestros temores y por eso nos deja la paz al amparo de los vientos y de las mareas. En un sitio donde sólo nosotros podemos tener acceso: nuestro corazón. Para cuando llegue la tormenta podamos refugiarnos allí.

Si, la paz es un regalo. Y los regalos se puede aceptar o rechazar. Se pueden abrir o dejar en un rincón oscuro. ¿Y usted, usted que va a hacer con él?

Lectura del evangelio de Juan 14,27

Os dejo la paz, mi paz os doy. Una paz que no es la que el mundo da. No viváis angustiados ni tengáis miedo.

¿Quién nos acompañará en nuestras oraciones? ¿Quién?

Padre: Tú que haces que en este día salga el sol para todos, danos ojos sanos para ver a los demás como hermanos y hermanas. Danos un corazón sano para poder amar y respetar. Espíritu Santo extirpa de nuestro interior la violencia y esas insanas palabras con las que queremos hacer pagar al que nos hiere y nos deja abandonado en medio del camino. Jesús, danos tu paz, porque no queremos ser vencidos por el mal. Amén. Augusto G. Milián.

 

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