Hay que encender una luz en la oscuridad
El día ha comenzado. Y el sol ha de salir para todos. Para los que se saben amados y para los que lo han olvidado. Para ti y para mí, hoy es un nuevo día. Una nueva oportunidad.
Lectura del evangelio de Lucas 5, 27-29
Después de esto, Jesús salió de allí y vio a un recaudador de impuestos llamado Leví, que estaba sentado en su despacho de recaudación de impuestos. Le dijo: Sígueme. Leví se levantó y, dejándolo todo, lo siguió. Más tarde, Leví hizo en su casa una gran fiesta en honor de Jesús, y juntamente con ellos se sentaron a la mesa una multitud de recaudadores de impuestos y de otras personas.
No nos gustan los recaudadores de impuestos ni de ahora ni de antes. Y los recaudadores de impuestos, en la provincia romana de Palestina en el siglo I, eran personas impopulares. La población nativa los consideraba traidores, porque con mucha frecuencia recaudaban más de lo debido y se enriquecían con ello. Eran ricos, pero nadie les tenía simpatía. Estaban marginados.
Al llamar a Leví a formar parte de sus discípulos, Jesús mostró el ideal de comunidad a la que aspiraba: una donde nadie fuera excluido. Nadie. Así que ahora tenemos a uno de los hombres más impopulares de la sociedad judía que fue invitado a seguir a Jesús. Pero una cosa es ser invitado y otra la respuesta que ofrecemos. Hay personas que se piensan mucho la respuesta. Que erigen pretextos. Que buscan excusas. Que citan a chivos expiatorios.
Pero la respuesta de Leví fue inmediata. Y anómala. Porque no sólo dejó su zona de seguridad para encontrarse con las propuestas de Jesús, sino que se subió las mangas de la camisa y organizó inmediatamente una comida en su casa para darle la bienvenida a Jesús. Una fiesta para comenzar una nueva etapa.
Cuando a usted y mí nos llaman por nuestros nombres y nos invitan a formar parte de una comunidad deberíamos hacer una fiesta. Pues el amor no es algo que se encuentre en cada esquina o bajo una piedra. Así que si alguien te llama por tu nombre cógele de la mano y no le sueltes. Porque el amor es un milagro.
¿Quién me acompañara con una oración?
Señor y Dios: En este día que comienza te pedimos que nos guíes. Espíritu Santo ayúdanos en cada paso. Que nuestras palabras sean la expresión de nuestro interior. Que nuestras acciones hablen alto de lo que llevamos dentro. Jesús llámanos por nuestros nombres. Amén. Augusto G. Milián
Comentarios
Publicar un comentario