Almacenando creencias


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hay que encender una luz en la oscuridad.

Buen martes para los que me puedan escuchar. Cada nuevo día es un regalo, pero algunas personas lo han olvidado.

Para la mayoría de los discípulos el Reino de Cielos aún no ha llegado. Y se desesperan. Los discípulos han estado almacenando creencias. Creencias viejas y rituales con la esperanza de que ello les harán felices. Para los discípulos, por ejemplo, es imposible caminar sobre las aguas, pues nadie lo había hecho hasta ahora. Hasta ahora. Pero entonces llega Jesús y lo cambia todo. Incluso los conceptos de riqueza y pobreza.

Si, cuando Jesús llega llena nuestras vidas de asombros. Y esto a veces nos da miedo. Porque estamos anclados a ciertos conceptos. Pero Jesús entra en tu corazón y en el mío y lo ilumina todo. En nuestro mundo hay escollos, hay injusticias, hay lágrimas. Pero en el mundo que avizora Jesús todo es posible. Todo. Incluso la alegría, la sanidad, la justicia. Y si nos damos permiso para mirar por una rendija ese mundo veremos que en él más que dar, lo que se exige es darse. Y entonces Jesús se ofrece.

Jesús pretende que los discípulos, del ayer y del ahora, vivan más allá de las apariencias. Que vean más allá de la ardua realidad donde viven. Jesús sabe del velo que nos cubre los ojos y que llevamos aquí y ahora. Un velo que nos impide ver las cosas como son realmente.  Un velo que nos dice que la riqueza es un poderoso caballero.

Ahora llega la buena noticia. Y es que un día ese velo será rasgado. De arriba abajo. Si, en nuestro mundo tenemos aflicciones, pero en el mundo del Sr. Dios todo es posible. Todo. Así que hay que prepararse para cambiar la manera de pensar. Hay que estar dispuestos a soltar las cadenas. Porque el día que cambiemos la manera de pensar y rompamos las cadenas, ese día el amor dejará de proclamarse en las pancartas para hacerse presente. Tú que me escuchas, levántate y anda.

Lectura del evangelio de Mateo 19: 23-26

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Os aseguro que a los ricos les va a ser muy difícil entrar en el reino de los cielos. Os lo repito: es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de los cielos.

Los discípulos se quedaron muy sorprendidos al oír esto, y le preguntaron: Pues, en ese caso, ¿quién podrá salvarse? Jesús los miró y les dijo: Para los seres humanos es imposible, pero para Dios todo es posible.

¿Quién escuchará hoy mi oración? ¿Quién?

Querido Dios: Ahora que comienza la mañana danos la visión necesaria para ver más allá de nuestro horizonte y de las noticias que nos llegan. Que no nos quedemos entretenidos con las pequeñas cosas que como espinas nos producen dolor y desesperanza. Abre nuestros ojos, Espíritu Santo para ver un poco de que está por venir, el mundo de Sr. Dios. A Jesús, nosotros seguimos. Amén. Augusto G. Milián

 

 

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